martes, 24 de enero de 2012

El palacio que se hunde, el rey de nombre gracioso y sus apariciones en el rock inglés.

La noticia cuenta que el Támesis se está por tragar al parlamento inglés (Palacio de Westminster). Así, literalmente. El río pide la friolera de 1.000 millones de libras esterlinas de rescate (en obras de reparación).

El maravilloso edificio luce la postal más característica de la ciudad de Londres, la que conocemos como torre del Big Ben, aunque lo más apropiado sería hablar de "la" Big Ben, ya que este es el nombre de la campanita (de unas 13 toneladas) que habita en su interior.

Lo que se está hundiendo está sobre unos terrenitos con 1.000 años de historia. En el lugar en el que se emplaza el Palacio de Westminster el rey Canuto el Grande estableció su residencia en los primeros años del Siglo XI.

Sí, claro, mil años después en Argentina el nombre Canuto suena más bien ridículo y nos remite a un personaje de Carlitos Balá o al padre de Canito en la recordada serie animada de Hanna-Barbera. Pero en aquellos tiempos nadie se lo tomó en joda.
Canuto era hijo de un rey vikingo al que llamaremos simplemente Sven, ya que su apellido es imposible (dejémoslo en Sven I de Dinamarca). Junto a su padre invade Inglaterra, así que termina siendo rey de Inglaterra y dominando también Dinamarca, Noruega y buena parte de Suecia.

El punto es que Canuto tenía fama de ser un gobernante muy inteligente y de tener un poderío naval inmenso. Cosa que fue tan célebre como el altísimo nivel de alcahuetería de su muy aduladora corte.

La mezcla de ambas cosas (poderío naval + alcahuetería) provocó que se empezara a correr la bola de que Canuto tenía el poder de dominar los mares, en especial el furioso Mar del Norte que unía sus dispersos territorios. Según la creencia, Canuto dominaba a su voluntad las mareas y con una orden suya, las olas se detenían antes de mojar sus pies. La bravura del Mar del Norte, las distancias entre Noruega, Dinamarca e Inglaterra y la facilidad con que esa creencia cundió en sus súbditos, conviene ponerlas en la perspectiva de gente del año 1000 d.c. para entender de lo que estamos hablando: no era cualquier cosa que un rey tuviera semejante fama en esa época.

A Canuto le hinchaba mucho las pelotas que se dijeran semejantes giladas. Un poco porque era un tipo inteligente y otro tanto porque había abrazado la fe cristiana (de hecho fue quien introdujo esa religión en Dinamarca) y concebía como una ofensa a Dios que se le atribuyeran tales poderes.Así que un día, el tipo se fue hasta la playa, puso su trono en la arena y cuando la marea subió, luego de quedar casi sumejido, se volvió nadando a la costa, seguro de haberle ahogado los argumentos a aquella creencia. Al menos entre los testigos que, se suponía, saldrían a chusmear que paren las rotativas, que el rey será todo lo copado que quieran pero no, no domina los mares.

No sabemos si Canuto el Grande logró su cometido con la escenita del trono en la playa. Pero lo que si logró es pasar a la historia por ella, aún eclipsando grandes aciertos de sus estrategias políticas y militares.

Canuto y el rock inglés.
Novecientos y pico de años después de aquel chapuzón de Canuto, la canción de Sting, titulada "If I ever lose my faith in you" (1993), habla de que puede perder la fe en muchas cosas (la iglesia, los políticos, la ciencia, la tv) pero que no sabría qué hacer si pierde la fe "in you" (la amada, dios, vaya uno a saber). La cuestión es que para graficar el tema de la fe, el video clip muestra a Sting vestido de rey, sentado en un trono a orillas del mar, moviendo su espada sobre el océano. Sting aparece cada vez más tapado por el agua. Es decir: recrea la legendaria escena de Canuto el Grande.
Unos 20 años antes, en 1972, se había editado el disco Foxtrot, de la banda Genesis, aún con la presencia de Peter Gabriel en su formación. En ese disco hay una canción titulada "Can-Utility and the Coastliners", que en varios pasajes remite a lo que uno imagina que debió ser la manera de cantar de los antiguos juglares para contar historias y leyendas de reyes y guerreros. Resulta ser que el título del tema (en español, algo así como Can-Utility y los Guardacostas) contiene un juego de palabras entre Canute y Can-Utility (en inglés a este rey se lo conoce como Knut, Cnut o Canute).

La canción habla de las páginas de un libro desparramadas junto al mar, atrapadas por la arena y mojadas por las olas, que cuentan la historia de un hombre que se cansó de que lo alaben y dijo: "nosotros no necesitamos de aduladores". Después la letra mezcla la historia con la leyenda y da a entender que nuestro amigo Canuto fue al mar a demostrar su poder y que el mar lo fue tapando, mientras él se ponía colorado e intentaba disimular con una sonrisa. La canción dice que las olas cantaban "coronémoslo".
Mucho más acá, en 2006, Thom Yorke, el líder de la banda Radiohead, editó su primer disco solista titulado "The Eraser". En la tapa podemos ver a un hombrecito que representa al rey Canuto tratando de dominar la marea. Pero al apreciar el arte completo del album vemos que se trata una ola gigantesca que se está llevando puesta a toda Londres. En el dibujo, las aguas arrastran al Palacio Westminster con todo y su torre Big Ben. Justamente eso que por estos días cuentan que es posible que suceda con la emblemático edificio. Y que sólo el poder de Canuto el Grande o 1.000 millones de libras esterlinas podrán evitar.

viernes, 9 de abril de 2010

PUDO HABER SIDO HOYO EN UNO

Lo que a mí me pasó con la película "Hierro 3" del coreano Kim Ki-duk no sé si sea algo que pueda pasarle a cualquiera.

Primero déjenme aclarar que no me siento parte de una elite que entiende "cine difícil" y que habla desde ese pedestal a un montón de simples mortales atragantados en pochoclo. Nada de eso.

Lo que digo es que no sé si es lícito que se espere de cualquier plateista la santa paciencia que le he podido tener a cierta bobera del director.

Dicho esto, puede resultar extraño que ante un ansioso "¿y? ¿te gustó o no te gustó? ¿ah?", yo conteste que sí, que me gustó mucho.

Ya sé, suena raro, pero vayamos por partes: la historia es sencillamente hermosa. Una fábula poética sobre el amor y la vida moderna con final feliz. Pero hay peros.

"Al que le guste el durazno que se aguante el carozo" decía mi abuela. Y acá el carozo es cierta tendencia del director a explicar los chistes. Es como si Maradona, cada vez que dejaba desairado a un inglés en el estadio Azteca, tomara la pelota, volviera sobre sus pasos diciendo "¿se dieron cuenta de lo que hice, no?" y repitiera el movimiento. Y la verdad es que eso, más lo poco feliz de alguna que otra metáfora y lo inverosímil de algunas situaciones, bien pueden provocar una (entendible) deserción en el intento de llegar al final. Por momentos a Kim Ki-duk la pelotita se le atasca en un bunker (y sí, algún chiste golfístico tenía que meter dado el título).

¿Cómo hace el trigo para sobrevivir a tanta paja (dicho en todos los sentidos posibles del término)? No sé cómo hace pero, para mi gusto, sobrevive.

Muy delicado (aunque pueda ser muy áspero para ciertos paladares) es el silencio que reina en gran parte del film. Los que hablan son "los otros". Y los malos (la policía, un marido golpeador) hablan muchísimo y para decir sólo pelotudeces. Pero ambas cosas son inherentes a lo que el director quiere contar. Y están muy bien. Al protagonista masculino, de hecho, sólo le oiremos quejidos de dolor cuando se coma algún que otro golpe (que no son pocos a lo largo del film). Y lo poco que habla la heroína (necesario, exacto, acertado) es sólo para expresar su cambio de ánimo.

Casi que este juego de silencios y palabras es lo que disculpa aquellas cosas que pueden resultar más forzadas o incómodas. Es por ese lugar por donde transita la poética de la obra.

Hermosa fotografía, buenas actuaciones, lindas casas, linda moto. Linda peli.

"Hierro 3" (Bin-jip, 2004) escrita y dirigida por el surcoreano Kim Ki-duc.

viernes, 5 de febrero de 2010

CEREBROS

En enero de 1924 moría Volodia, amistoso apelativo para nombrar ni más ni menos que a Vladímir Illich Uliánov. O sea, Lenin.

Murió en lo que actualmente es la ciudad de Nizhni Nóvgorod, pero conocida antes de 1990 como Gorki Leninskiye. Lo de Leninskiye se lo agregaron después de que allí falleciera semejante personaje. Pero el nombre Gorki, la ciudad lo recibió obviando el trámite de que primero se muera el homenajeado, el famoso escritor Máximo Gorki. El apellido real de Gorki era Péshkov. En ruso, Gorki significa amargo. Como amarga es la reflexión que haré a continuación.

Ni bien murió Lenin, se extrajo de su cuerpo su cerebro, con el objeto de estudiarlo para analizar el secreto de su inmensa y legendaria inteligencia.

Reflexión amarga:
Desde entonces, y hasta donde yo sepa, ningún otro líder de ninguna nación del globo generó en sus semejantes un deseo parecido.
(Ni siquiera como artilugio de propaganda, si es que queremos ser mal pensados.)

Es más: es fácil sospechar que, para cerrar el cajón, a más de uno le habrán tenido que extirpar el cucurucho que llevaba estrellado en la frente. Y, por lo que veo, en el futuro tendrán que hacer otro tanto con otros tantos.

Pero, como ya dije en un post anterior, los gobernantes no son seres caídos de una nube, ajenos a los procederes y saberes del ciudadano promedio que gobierna.

Leyendo el libro "Dignidad para Todos" de Carlos March (ilustrado con el genial humor del mejor Tute), encontré algo en este sentido: habla de una planificada degradación de la inteligencia. Sin entrar en falacias del tipo "dinosaurios eran los de antes", March cuenta cómo, además de degradarse el medio ambiente y la calidad de vida de la gente (en el sentido del crecimiento del número de pobres y del ensanchamiento de la brecha entre estos y los ricos), el crecimiento de la ignorancia también es planificado. Y deshoja escalones contando que se ha ido pasando "de sabios a eruditos; de eruditos a ciudadanos del conocimiento; de ciudadanos del conocimiento a habitantes de la información; de habitantes de la información a exiliados en la ignorancia".

La "crueldad" de Carlos March no tiene límites y por lo tanto va cerrando el párrafo con este tobogán: "la sabiduría nos eleva, el conocimiento nos mantiene a flote, la mera información nos ahoga, la ignorancia nos hunde".

Está claro que hoy por hoy vivimos ahogados en información: recibimos datos y más datos y conocemos casi nada de casi todo. Tomamos partido en virulentas discusiones sin saber prácticamente nada de qué son las retenciones móviles, la autonomía del Banco Central o cuáles empresas pertenecen a tal monopolio y por qué eso es peligroso (o no) o cuáles beneficios acarrea (o no) que tengamos fútbol en canal 7.

Si nos ahogamos terminamos hundiéndonos. Pero conociendo nos podríamos mantener a flote en medio de tanta estadística sobre delincuencia, tantos índices de precios manuscritos y tantas chicanas de la peor calaña. Y ahí sí estaríamos más cerca de la sabiduría que nos pone por sobre toda esa cancha embarrada, sin andar calzándonos ni la camiseta de los que nos atacan ni la de los que no nos defienden.

March, termina el párrafo con una sentencia, a mi juicio, inapelable: "El cronograma de la ignorancia devora el tiempo que requiere una sociedad para conocer lo que debería hacerse y comprender cómo hacerlo".

Yo no estoy en condiciones de hacerle un chivo al libro de March. Primero porque no percibo ni un duro por el trámite. Y segundo porque mal haría yo en recomendar un libro del que no he leído más que un cuarto de su contenido. Pero, al fin y al cabo, lo que la obra se propone (y ya veré cómo) es impulsar la participación ciudadana, como único medio de ganar dignidad por encima de las migas que nos deja el poder (y la corporación política en general) mientras ellos atan y desatan chanchullos. Votar no es todo lo que podemos hacer al respecto, parece querer explicarnos el autor.

Da paja salir de la modorra. Estamos desencantados, mediocrizados, cansados, apabullados, hace calor. Pero está claro que mirando la tele mientras nos comemos los mocos es medio difícil hacer que algo (aunque sea chiquito, chiquititito) cambie. En definitiva, un señor que era tan pero tan inteligente que inspiró a sus conciudadanos a que le analicen el cerebro, dijo una vez: "si no eres parte de la solución, eres parte del problema".

martes, 5 de enero de 2010

BORGES 2.0

Hay quienes creen que la Internet 2.0 se limita a poner fotos de su tía en desavillé en el Facebook o escribir en Twitter lo mal que le cae la presidenta. Y la cosa no es así del todo. Es decir: esa es una idea de lo más limitada acerca de lo que es la red en su versión 2.0. Las redes sociales, los blogs, son una parte. Pero el verdadero espíritu 2.0 se huele en el relato de lo que los medios tradicionales no relatan, en las construcciones colectivas.

Hoy, en Facebook sin ir más lejos, me llevé por delante este texto de Hernán Casciari, escritor argentino radicado en Barcelona, que tiene un poco abandonado un gran blog, muy divertido, llamado Orsai. Lo había leído hace 3 o 4 años y hoy, mientras me bajo de internet una peli para ver esta noche, releerlo fue tan placentero como aquella vez. Un cuentito que describe esa construcción colectiva de la que hablaba, que tiene gotitas de Borges en todo su relato, para después darnos, completo, el trago original.

Los miércoles a las nueve de la noche, hora de Nueva York, la cadena norteamericana ABC emite una serie de televisión que me gusta. A esa misma hora un mexicano llamado Elías, dueño de un vivero en Veracruz, la está grabando directamente a su disco rígido, y tan pronto como acabe subirá el archivo a Internet, sin cobrar un centavo por la molestia. Tiene esta costumbre, dice, porque le gusta la serie y sabe que hay personas en otras partes del mundo que están esperando por verla. Lo hace con dedicación, del mismo modo que trasplanta las gardenias de su jardín para que se reproduzca la belleza.

A las once de la noche de ese mismo miércoles, Erica, una violinista canadiense de venticuatro años que ama la música clásica, baja a su disco rígido la copia de Elías y desgraba uno a uno los diálogos para que los fanáticos sordomudos de la serie puedan disfrutarla; distribuye esos subtítulos en un foro tan rápido como puede. No cobra por ello ni le interesa el argumento: lo hace porque su hermano Paul nació sordo y es fanático de la serie, o quizás porque sabe que hay otra mucha gente sorda, además de su hermano, que no puede oír música y debe contentarse con ver la televisión.

A las 3:35 de la madrugada del jueves, hora venezolana, Javier baja en Caracas la serie que grabó Elías y el archivo de texto que redactó y sincronizó Erica. Javier podría ver el capítulo en idioma original, porque conoce el inglés a la perfección, pero antes necesita traducirlo: siente un placer extraño al descubrir nuevas etimologías, pero más que nada le place compartir aquello que le interesa. Para no perder tiempo, Javier divide el texto anglosajón en ocho bloques de tamaños parecidos, y distribuye por mail siete de ellos, quedándose con el primero.

Inmediatamente le llega el segundo bloque a Carlos y Juan Cruz, dos empleados nocturnos de un Blockbuster boneaerense que suelen matar el tiempo jugando al ajedrez, pero que ocupan los miércoles a la madrugada en traducir una parte de la serie, porque ambos estudian inglés para dejar de ser empleados nocturnos, y también porque no se pierden jamás un capítulo.

El tercer bloque de texto lo está esperando Charo, una ceramista de Alicante que está subyugada por la trama y necesita ver la serie con urgencia, sin esperar a que la televisión española la emita, tarde y mal doblada, cincuenta años después. El cuarto bloque lo recibe María Luz, una tipógrafa rubia y alta que trabaja, también de noche, en un matutino de Cuba: María Luz deja por un momento de diseñar la portada del diario y se pone rápidamente a traducir lo que le toca. Dice que lo hace para practicar el idioma, ya que desea instalarse en Miami.

El quinto bloque viaja por mail hasta el ordenador de Raquel y José Luis, una pareja andaluza que vive de lo poco que le deja una librería en el centro de Sevilla. Llevan casados más de venticinco años, no han tenido hijos, y hasta hace poco traducían sonetos de Yeats con el único objeto de poder leerlos juntos, ella en un idioma, él en otro. Ahora, que se han conectado a Internet, descubrieron que además de buena poesía existe también la buena televisión.

El sexto bloque le llega a Ricardo, en Cuzco: Ricardo es un homosexual solitario —y muchas noches deprimido— que traduce frenéticamente mientras hace dormir a su gato Ezequiel. El séptimo lo recibe Patrick, un inglés con cara de bueno que viajó a Costa Rica para perfeccionar su español, lo desvalijó una pandilla casi al bajar del avión pero igual se enamoró del país y se quedó a vivir allí. Y el octavo bloque le llega, al mismo tiempo que a todos, a Ashley, una chica sudafricana de madre uruguaya que es fanática de la serie porque le recuerda (y no se equivoca) a su libro favorito: La Isla del Tesoro.

Los ocho, que jamás se han visto las caras ni tienen más puntos en común que ser fanáticos de una serie de la televisión o de un idioma que no es el materno, traducen al castellano el bloque de texto que le corresponde a cada uno. Tardan aproximadamente dos horas en hacer su parte del trabajo, y dos horas más en discutir la exactitud de determinados pasajes de la traducción; después Javier, el primero, coordina la unificación y el envío a La Red. Ninguno de los ocho cobra dinero para hacer este trabajo semanal: para algunos es una buena forma de practicar inglés, para otros es una manera natural de compartir un gusto.

A esa misma hora Fabio, un adolescente a destiempo que vive en Rosario, a costas de sus padres a pesar de sus 23 años, encuentra por fin en el e-mule la traducción al castellano del texto. Con un programa incrusta los subtítulos al video original, desesperado por mirar el capítulo de la serie. A veces su madre lo interrumpe en mitad de la noche:

—¿Todavía estás ahí metido en Internet, Fabio? ¿Cuándo vas a hacer algo por los demás, o te pensás que todo empieza y termina en vos?

—Tenés razón mamá, ahora mismo apago —dice él, pero antes de irse a dormir coloca el archivo subtitulado en su carpeta de compartidos para que cualquiera, desde cualquier máquina, desde cualquier lugar del mundo, pueda bajarlo. Fabio jamás olvida ese detalle.

Los jueves suelo levantarme a las once de la mañana, casi a la misma hora en que Fabio, a quien no conozco, se ha ido a dormir en Rosario. Mientras me preparo el mate y reviso el correo, busco en Internet si ya está la versión original con subtítulos en español de mi serie preferida, que emitió ocho horas antes la cadena ABC en Estados Unidos. Siempre (nunca ha fallado) encuentro una versión flamante y me paso todo el resto de la mañana bajándola lentamente a mi disco rígido, para poder ver el capítulo en la tele después de almorzar. Mientras espero, escribo un cuento o un artículo para Orsai: lo hago porque me resulta placentero escribir, y porque quizás haya gente, en alguna parte, esperando que lo haga.

El artículo de este jueves habla de Internet. Dice, palabras más, palabras menos, algo que hace venticinco años dijo Borges mucho mejor que yo, en un poema maravilloso que se llama Los Justos:

"Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo."

martes, 15 de diciembre de 2009

CUANDO LA MENTIRA ES LA VERDAD

(Esto lo escribí hace algunos meses. Pero viene al caso, creo, ya que hay algunos datos del hoy a los que conviene pensarlos con cuidado. Y si bien este texto no refiere directamente a algún hecho concreto de los que tienen lugar por estos días, creería que pensarlos consiste, también, en pensar este tipo de mensajes).

El 25 de marzo, el canal de noticias C5N emitió un video titulado “Conmovedor mensaje a los argentinos”, ideado y locutado por Oscar “El Negro” González Oro.

En general he leído críticas al video en el sentido de la burda y alevosa copia que el periodista hizo de un video mexicano, subido a YouTube en marzo de 2008 por Elwey Maska Brown.

Y es cierto, el plagio es innegable: es un calco en la inmensa mayoría de sus palabras y conceptos. La copia es aún más indignante cuando se considera que el video es, en escencia, una crítica a la viveza criolla, pero lejos está de empezar diciendo algo como voy a hacer mías las palabras de un video mexicano, porque creo que nos puede ayudar a reflexionar bla, bla, bla.... Amén de la aclaración hecha antes de ponerlo al aire: hay un mar de diferencias entre “adaptar el texto”, como él lo define, y copiarlo. El que avisa no es traidor, pero una chantada es una chantada. Aunque la copia no es absoluta. Y en eso también hay tela para cortar.

Pero lo que me preocupa es que sobre lo que no he leído mucho -por no decir nada- en todo este tiempo, es acerca del contenido del video. Y es allí donde me parece que está lo dañino. Muchísimo más dañino que el hecho de la copia.

A diferencia del original azteca, la copia argentina omite referirse a los medios de comunicación. Si González Oro es el locutor de dicha copia, no se le puede pedir que hable de los medios. Sería engorroso esquivar el cómo su amigo y jefe Hadad consiguió su radio, entre otras cosas. O que ese mismo amigo cuando tuvo su canal de televisión de aire tenía a Tinelli en su plantilla, que es el tipo de programas a los que el video mexicano menciona como la “industria de la estupidez”.

Pero hay algo que ambos tienen en común y que es lo realmente peligroso: viéndolos, pareciera que los últimos presidentes no pudieron ni pueden hacer nada por mejorar nuestros países porque, mexicanos y argentinos, somos todos unos boludos que no hacemos más que desperdiciar a todos estos próceres abnegados.

Hablemos de nosotros, los argentinos: somos, sí, un poco boludos, bastante mediocres en promedio y hay una propensión a creernos muy vivos esquilmando al prójimo o eludiendo leyes, impuestos o cestos para la basura. Pero esa “materia prima defectuosa” que el video señala, es la madera con la que se construyen esos personajes que nos gobiernan y no son menos cagadores o vivos que el común de la ciudadanía. Todo lo contrario: son garcas con poder. Hacen cosas mucho más serias que robar una señal de cable, que está mal, pero que no mata de hambre a un bebé toba en el Chaco. Y de Rivadavia para acá, todos hicieron su nada menor aporte para que hoy seamos como somos.

Sobre otras de las cosas que señala el video: ¿todo el que compra un buzo “trucho” de una primera marca deportiva es más ladrón que Menem? ¿Comprar un buzo trucho me inhabilita de quejarme por los negociados y los fraudes de nuestros gobernantes? ¿Esa primera marca no nos hace ningún daño quemándonos la cabeza con su publicidad y sus celebridades a las que todos nos queremos parecer, sobre todos a quienes menos actitud crítica pueden tener ante esa comunicación? ¿Esa marca deportiva no roba pagándole 1 centavo por buzo a trabajadores-esclavos del sudeste asiático para vendernos el buzo a 100 dólares?

Otra de las perlitas de ambos videos, pero especialmente grave en la versión González Oro, dada la historia argentina y la fecha de emisión del video (un día después de otro aniversario del golpe de estado de 1976): nos preguntan falazmente si necesitamos una dictadura que nos haga cumplir la ley por la fuerza. No puede estar hablando en serio. O está loco o es un cínico. ¿Lo que hizo el Proceso de Reorganización Nacional fue hacernos cumplir la ley por la fuerza? ¿Los secuestros, las torturas, los cuerpos arrojados al río fueron para hacernos cumplir la ley? ¿Lo que hizo Martínez de Hoz fue cumplir la ley? ¿O lo vemos como el siniestro responsable de la desvastación de gran parte de la industria nacional porque somos una materia prima defectuosa?

Pero aún yendo a un plano más general, ya que el video mexicano va más allá: Hitler, Mussolini, Stalin, Franco, Sadam Hussein, todos los dictadores de la historia ¿lo que hacen o hicieron fue hacer cumplir la ley por la fuerza? ¿Es gracias a los dictadores que en Islandia o en Dinamarca la gente no saca más de un diario de las maquinitas que mencionan los dos videos, o le ceden el paso al peatón o no tiran el envoltorio del chicle en la calle? Lo que plantean es que la definición de dictadura es: dícese del gobierno que obliga a cumplir la ley a la materia prima defectuosa que no sabe vivir en democracia. Me dan miedo estos videos.

El video mexicano habla de cómo regalaron su petróleo. Es raro que siendo tan fiel la copia de González Oro en otros pasajes, se haya olvidado de abordar ese tópico. Es tremendamente sugestivo el índice de temas olvidados en la versión local.

Ya que no fue tan fiel la copia, podríamos señalar que otro “olvido” González Oro y su adaptación fue dejar de lado la importante cuota de racismo y xenofobia que con mayor o menor sutileza impera, sobre todo, en nuestra clase media. Y no es un olvido menor. Primero porque le permite, de manera subliminal, deslizar que los “negritos” (de mierda, ya que estamos) que hacen piquetes son una la materia prima defectuosa (después vemos si son o no razonables como medio de protesta, ese es otro tema). Segundo porque lo rozaría precisamente a él, que en su momento manifestó con desagrado “¿pero cómo un indio va a ser presidente de Boliiva?”. Es claro que para González Oro, por más que diga "todos somos", cierta materia prima le parece más defectuosa que otra.

Para mi gusto, lo más grave de este video es que, con esa especie de sentido común que lo hace parecer tan razonable para ciertos paladares, subraya ciertos detalles sobre los últimos presidentes argentinos, dejando de lado cuestiones mucho más profundas: ¿lo peor de Menem fue su corrupción? ¿lo peor de De la Rúa fue su ineptitud? ¿lo peor de Duhalde fue su carácter mafioso? ¿lo peor de Néstor fue traer de vuelta a los montoneros? ¿lo peor de Cristina es no servir para nada? ¿no se está quedando el video con la cáscara para no ahondar en el sistema, la cultura y la miseria que todos ellos han instalado en esta materia prima defectuosa y que, en todo caso, es lo que va deteriorando, precisamente, a esa materia prima?

Tan fuerte es la impronta de corrección política que padece este video, aunque se regodee en la idea de ser un fuerte cuestionador de nuestra identidad nacional, que notoriamente deja fuera de la lista de cuestionamientos a ex presidentes a Raúl Alfonsín, internado por un agudo problema pulmonar que lo llevaría a la muerte 6 días después de esta emisión.

No somos ninguna joyita como pueblo. Eso está claro. Pero nuestros gobernantes no son héroes impotentes ante una materia prima defectuosa. Y eso al video se le escapa. ¿O lo esconde a propósito?

Tampoco se puede dejar de echar una mirada sobre la manipulación de las imágenes, que por momentos llega a lo obsceno. Véase el pasaje en que González Oro dice, hablando de los presidentes, por eso nadie servirá a la vez que en la imagen vemos nada menos que la estatua de Manuel Belgrano (prócer probo y honesto si los hubo, muerto en una situación económica personal de la que están muy lejos cualquiera de nuestros políticos que nada pueden hacer con semejante materia prima). Inmediatamente después vemos a Ménem junto a Mick Jagger. Eso es manipulación. Viveza criolla de quien defiende intereses poderosos.

Pero no nos olvidemos del video mexicano. ¿Todos los mexicanos tienen la culpa de que el narcotráfico se haya apoderado de su país? México se está desangrando por este tema y los cárteles no paran de crecer, pero el video ni nombra esa cuestión. Además: ¿el PRI no pudo hacer que México sea un país fuerte, que no haya pobres ni desocupados después de 70 años ininterrumpidos en el poder sólo porque los mexicanos son una mala materia prima?

Me viene a la memoria cuando en el teatro Gran Rex de Buenos Aires, hace algunos años, Laurie Anderson cantó pobre México / tan lejos de dios / tan cerca de los Estados Unidos.

Por lo demás, todos tendremos que mirarnos al espejo, como nos aconseja el video, peinarnos y ver qué cosas podemos hacer para ser mejores cada día. Pero sabiendo que decir que la culpa la tenemos todos es como decir que la culpa no la tiene nadie. Pero sobre todo que algo huele mal cuando nos dicen que los que la cagan somos los ciudadanos de a pie y que por nuestra culpa nuestros gobernantes no pueden convertirnos en una potencia mundial.

Y mientras nos miramos al espejo, haríamos bien en preguntarnos: ¿a quién podría interesarle que pensemos eso?



(Diciendo algo que puede resultar similar, pero que, a diferencia del video de González Oro, no rescata a nuestros gobernantes como próceres indefensos ante nuestra ineptitud, está lo dicho por Martín Caparrós en su columna en el diario Crítica, que se puede leer aquí).

lunes, 19 de octubre de 2009

INVASIONES


"Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en el medio del patio" Julio Cortázar
Indispensable ver primero esta escena. Por lo menos si la nota les resulta un bodrio habrán visto algo lindo antes.

Detalle técnico: Hagan click en "play" pero de inmediato pongan el video en pausa. Ahora vayan al ángulo inferior derecho de la pantallita, donde hay un triangulito. Al posar el cursor allí, aparece un pequeño menú. Sin hacer click deslizar el cursor a una de esas opciones, que es CC (close caption). Al deslizar el curzor sobre la flechita se podrá seleccionar subtítulos en español. Aclaro esto sobre todo para los no francoparlantes, que deben ser unos cuantos. Ahora sí, play.

¿Quién no se enamora de actrices de cine, bailarinas, deportistas, celebridades en general? Y eso es un poco lo que muestra este hermoso pasaje de Las Invasiones Bárbaras (Les invasions barbares, Denys Arcand, 2003).

Con el bueno de Rémy (el pelado, digamos) compartí un fugaz enamoramiento por Chris Evert.

Sophie Marceau, Patricia y Rossana Arquette, Juliette Binoche, su majestad Rania (aunque las monarquías me parezcan deplorables), Ariadna Gil, Michelle Pfeiffer, Mercedes Morán, Ellen Page, Bárbara Lombardo, Cecilia Rognoni, Natalie Portman, Chan Marshall (Cat, para los amigos), Virginia Innocenti y puedo seguir hasta mañana. Algunas pueden resultar hasta feas para otros paladares. Pero nada de eso importa. Uno se enamora y ya. De pronto aparece el en patio con los huesos rotos, como dijo Cortázar.

Precisamente con Las InvasionesBábaras perdí la cabeza por Marie Josée Croze, con quien tuve la oportunidad de reencontrarme en el bar de un hotel de Munich (la película de Spielberg, se entiende). Avner no cayó en la trampa, Carl sí y así le fue, pobre. Yo hubiese corrido la misma suerte que Carl.

Hoy por hoy estoy enamorado de Katherine Keener.

Y después están los amores más reales, de más acá. Pero eso no viene al caso. No en este momento.

Hace poco una amiga me recomendó dormirme pensando en algo agradable para descansar bien y despertarme optimista y alegre. Lo cierto es que aún no me dormí nunca pensando en el Caribe.

martes, 6 de octubre de 2009

LEY DE MIEDOS

En 1987, cuando Happy Eastern, el inolvidable hit de Raúl & The Make-up Brothers, trepaba en los rankings, yo empezaba a estudiar en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, en la Facultad de Ciencias Sociales una nunca terminada Licenciatura en Comunicación Social.

En los pasillos, los profesores en las clases y hasta en el buffet, cuando te daban el vuelto, te decían que era fundamental modificar la ley de radiodifusión.

A casi 26 años de la reinstalación de la democracia, entre las enormes deudas que el sistema político tiene con sus empleadores (la sociedad toda) está esa nueva ley.

Ese año de mi debut universitario, nacía Página/12 y en el radio de Capital y GBA 4 de los 5 canales de TV eran del Estado (a excepción del Canal 9 Libertad de don Alejandro Romay). Los de aire, claro, porque el cable estaba en su fase embrionaria (o espermatozóidica, inclusive). En Quilmes una empresa independiente empezaba con los ensayos de televisión satelital (en 1990 pude ver el recital completo de Amnesty en Chile sin pagar un peso, sin cable, sin humo, ni olor, simplemente sintonizando uno de esos canales que siempre hacían fffffffff con el hormigueo gris).

A finales de 1989 tuve un programa en una radio trucha junto a un grupo de amigos. Se venía, sin que lo sepamos, una década oscura e infame para el país. Ya empezaban a sonar algunos términos que nos daban cierta urticaria: privatización, indulto. Y nos rascábamos al aire, pensando en voz alta. También se estaba cayendo el muro de Berlín así que andábamos medio desorientados en medio del polvo separando pajas de trigos. No había internet, ni siquiera PC's en los hogares (y no me vengan con la Commodore 64, por favor. Que no digo que no estaba buena, pero dije PC. Y hablaba de niveles masivos). Y nos mandaron a rascarnos a otra parte porque la permanencia de la radio dependía de un puntero político que simpatizaba con los gérmenes que provocaban nuestra comezón.

Pasó esa década infame, dejando al país una economía llena de shoppings e hipermercados y con casi toda la maquinaria productiva silenciada. También todo lleno de monopolios. Los que pudieron viajaron, otros compraron chiches de electrónica y el que ni una cosa ni la otra con la indemnización empezó a poblar el suburbano de remises y comercios varios de corto aliento. Y la urticaria ya era un tumor que dos años después del final de ese ciclo nos iba a poner en un estado de coma del que todavía estamos saliendo.

Y pasó de todo en el país, pero en 26 años, entre otras cosas, seguía pendiente modificar aquella norma del proceso. En breve el Senado definirá si la nueva Ley de Medios viene a saldar esta viejísima deuda. Pero ¿cómo va a ser saldada esa deuda?

A grandes rasgos la ley es conocida. Y suena interesante. Y a todas luces es superadora de la que hay y de la situación presente en los medios de comunicación. A veces, con sólo ver quiénes son los que se oponen a algo alcanza para que ese algo te caiga bien. Pero toda letra fría lleva una implementación en la realidad.

Este gobierno (y por "este gobierno" debemos entender los mandatos de Cristina Kirchner y el de su esposo), siempre necesita polarizar.

Capaz que estoy diciendo una gilada y la polarización sea un artículo de primera necesidad en la canasta básica de la política. Pero por anunciar como pelea de fondo "el gobierno contra Macri" hoy tenemos a la derecha gobernando la culta, plural, cosmopolita, friendly y, por sobre todas las cosas, enorme y concentradora Ciudad de Buenos Aires. Casi nadie votó ni a favor ni en contra de Filmus.

Este gobierno es el responsable mayor de que más que nunca en Argentina esté de moda el maniqueismo. El mismo gobierno manipula cada cosa de ese modo. Y una opinión pública propensa a ese mal, se deja contagiar. Y toda discusión se distorsiona.

Hoy, la pelea es con el grupo Clarín. Y todo se hace en un marco de cancha embarrada por ambos bandos. Con elecciones legislativas adelantadas, a un par de meses de que los ganadores asuman, cruzándose acusaciones de todo tipo y color desde un lado al otro del tablero de este desprolijo ajedrez.

Semejante ley merecía otra cosa. Porque es necesaria.

El domingo Clarín publicó una nota editorial con un grado de manipulación de datos que hicieron que hasta su logo se ponga colorado. Habla de competencia y ni menciona a Papel Prensa. O habla de competencia, cuando hay ciudades del conurbano bonaerense (por mencionar un mercado populoso, digno de una oferta rica en opciones) donde o se contrata el servicio de televisión por cable de Clarín o te subís al techo con una papa y una aguja de tejer. Y donde si la opción existe, la competidora no cuenta con ninguno de los canales del grupo, salvo Canal 13 (al menos así era hace no tanto tiempo).

Y, para colmo, en un aviso de TN apela al verbo desaparecer con una liviandad que nuestra historia no merece. "TN puede desaparecer" parafraseaban a Charly. No en vano: la inmensa mayoría de los que con más fervor se oponen a esta ley, desdeñan o lisa y llanamente aborrecen lo que en materia de derechos humanos pudo haber hecho este gobierno.

Pero el gobierno... ay, el gobierno!!!

El miedo de quien escribe es que: tan personalista como ha sido la política de los Kirchner, tan discrecional como ha sido el manejo de la pauta oficial, tan dibujados como están los números del INdEC, tan altaneras como son algunas actitudes oficiales ¿En manos de quién estará la potestad de la aplicación del nuevo marco? ¿Es una ley a favor de un cambio o en contra de alguien? ¿Quién pondrá límites y evitará abusos?

A veces este gobierno vende una imagen de firmeza heroica en algunos temas, pero le tiemblan tanto los deditos cuando tiene que tocar ciertas cosas o se mueve como un elefante ebrio en un bazar en cuestiones donde podía ganarse unos buenos porotos. Y es desconcertante.

El tema del campo, por ejemplo. Cuando cursaba el último año de la secundaria se sucitó un conflicto de poderes entre dos autoridades del colegio. Casi todos tomamos partido por una de esas partes en pugna. Un día un profesor dijo: guarda, porque cuando dos elefantes se pelean las primeras que pierden son las hormiguitas que están en el medio.

El conflicto del campo lo único que le dejó a las hormiguitas fue semanas de desabastecimiento, inflación y más polarización. Y todo está como era entonces: la soja, los terratenientes. Pero además, si mañana Cristina se atraganta con un chizito, en su lugar asume su peor enemigo.

Otro problema, no menor, es que este gobierno, en su búsqueda de acumulación de poder, no sólo se ha asociado a los más oscuros personajes del conurbano, no sólo se ha mostrado salvando al fútbol de un contrato usurero dándose besos y abrazos con el mismo que le puso el gancho a esa entrega vergonzosa. En ese camino se ha ido fagocitando a todo lo que sonaba a progresismo en este país. O convirtiendo en sinónimo de progresismo a lo que él, y sólo él, hace. Y se viene el 2011. Y si esta también la hacen mal (y los antecedentes me dan tan poca fe), le dejan todo servido a los nenes de papá que en su puta vida laburaron para tener la guita que tienen y sostener sus siniestros discursos.

No me queda bien ninguna de las dos camisetas. Sobre todo porque desde que entendí en el buffet de la facultad por qué la Ley de Medios del proceso debía cambiarse, no esperaba que fuera un River vs. Boca. Mucho menos con éste River y éste Boca. Para mí, era un partido de la Selección. A lo sumo con más jugadores de uno o de otro. Pero así está la Selección también, si vamos al caso. Así está Boca, así está River. Así estamos por ponernos la camiseta del a favor o del en contra pensando que todo es blanco o negro.

En 1987, Alfonsín dijo "la casa está en orden". Hoy tenemos al service revisando la tele. La casa está lejos de estar en orden. Pero que la casa necesita tele nueva, no quedan dudas. El problema es quién maneja el control remoto.

lunes, 5 de octubre de 2009

PALERMO, THE MOVIE

Ya lo dijo, o escribió, hoy Román Iucht: “Los adjetivos están agotados, las palabras resultan redundantes. Su gol de cabeza de casi cuarenta metros además de ser récord mundial le agregará una escena a la película de su vida deportiva”.

Y esa película suele tener ingredientes que ni el más creativo de los guionistas se animaría a soñar. Ni Cristiano Ronaldo, ni Zlatan Ibrahimović, ni Ruud van Nistelrooy tienen escrito en su guión un gol como el de ayer. Ni muchas de las singularidades que la carrera de Palermo ha ido dejando en la retina de todos.

La de ayer fue otra de esas escenas inolvidables que sólo él puede protagonizar. Hizo ganar a Boca después de mucho. Hizo reir a Riquelme, habitualmente inexpresivo y su "rival" tras bambalinas (aunque esa sonrisa y los abrazos posteriores quizás estén anunciando la mejor noticia que Boca puede tener hoy día). Hizo que todas las miradas se posen, expectantes, sobre Maradona (aún más, en realidad).

Dentro de pocos días la selección tiene que definir si va o no con pasaporte directo a Sudáfrica 2010. Si tiene, o ni siquiera eso, que cortar clavos en un repechaje. Y para alegría de muchos y pesadilla de otros tantos, Palermo empieza a imponerse como el apellido de la esperanza. Y eso no estaba en el guión de nadie.

En 2006 escribí lo que se lee a continuación. Fue después de dos goles de Martín a Banfield, como cierre de una semana muy singular para él. Se titula Optimista por aquella definición de Carlos Bianchi. Y como optimista desprejuiciado y loco que es, ayer en una fracción de segundo dijo ¿y por qué no?

¿Palermo salvando a la selección? se preguntan muchos ¿Y por qué no?

OPTIMISTA

Historia singular la de Palermo: llega a Boca desde Estudiantes, precedido de una fama de goleador y verdugo de River. Al principio el tiempo pasaba y los goles no llegaban, pero fue el goleador de Boca en los dos primeros torneos ganados con la conducción de Bianchi (20 goles en 18 partidos en el Apertura 1998), lo que le vale la convocatoria de Marcelo Bielsa para integrar la selección que jugaría la Copa América de 1999. Allí hace 3 goles, pero tiene un horripilante noche de antología (y patético record) al errar 3 penales frente a Colombia. A la vuelta de esa amarga experiencia, su rodilla se rompe y lo deja largos meses fuera del fútbol.

¿Volverá? ¿Será el mismo? Vuelve. Y nada menos que en el partido definitorio de los cuartos de final de la Libertadores 2000. Y hace un gol. Un detalle: ese partido era frente a River. De ahí a Tokio, donde se convierte en madrugador verdugo de, nada menos, que el Real Madrid, en la Intercontinental de 2000. Después vendría una poco feliz experiencia europea (donde sumó otra grave lesión). De regreso, a mediados de 2004, aparentemente abatido por su oscuro paso por España, lleva ganados 5 títulos con Boca.

Los goles de Palermo no sólo son muchos: aparecen en momentos fundamentales para Boca. Pero también en momentos capitales para él. Como en esa vuelta de la lesión frente a River. Como ayer.

Ayer hizo 2 goles frente a Banfield. De esos que muchas veces hace Palermo: pegándole mordido, pescando rebotes. Goles de goleador. Un gol es un gol. Lo “injusto” del fútbol, se podrá decir, es que vale lo mismo la apilada de Maradona contra los ingleses en el 86, que esos goles espantosos que llegan a la red de rebote. Pero un gol vale un gol y Palermo lleva 200 en su carrera profesional.

Palermo no es un virtuoso. Su pesado metro noventa hasta lo hace verse torpe. Pero él no duda. “Optimista del gol” lo llamó Bianchi. Quizás por eso: porque no duda, porque no le teme al ridículo ensayando aparatosas tijeras o improbables chilenas. Eso sí: pocos cabecean como él en el fútbol argentino. Hizo goles de cabeza, de penal, pegándole con contundencia o entrándole mordio y cayéndose. Hizo 200. Ayer llegó a ese número. Justo ayer.

El miércoles 2 de agosto su esposa, Lorena Barrichi, tuvo un parto prematuro y el bebé falleció pocas horas después. Se suponía que Palermo no iba a jugar contra Banfield. Pidió estar.

La tele ya lo mostró llorando en el festejo de cada gol y cuando fue reemplazado.

Ahí está él: el grandote del que se mofan los hinchas de los otros equipos, el que observan con desdén los agudos analistas de barrio, el que se rompió la rodilla, el que pifió 3 penales en una noche con la celeste y blanca, el que no pudo brillar en España y encima se fracturó en un pequeño derrumbe de un estadio del primer mundo. El que sufrió el dolor más grande la semana pasada.

En ese mayo de 2000, de su regreso luego de la lesión de la rodilla, cuando todos lo daban por muerto, Juan Sasturain escribió una hermosa columna en Página/12, que está bueno repasar ahora.
El Cid goleador

La leyenda es vieja y hermosa, y está en el origen de la nacionalidad y de la literatura españolas. Diez siglos antes de que Charlton Heston se pusiera la cota de malla y el amor de una Sofía Loren que era mucho más linda que la probable Doña Gimena original, ya el Cid –porque de Ruy Díaz de Vivar se trata– cabalgaba la tierra castellana. Y la leyenda del héroe de la larga reconquista del territorio cristiano ocupado por los moros que cuenta el poema épico –y recitan como pueden desinformados alumnos secundarios– incluye una mítica victoria. Se cuenta que el Cid Campeador no sólo fue grande cuando hizo sentir a los árabes el peso real de su filosa espada sino más aún cuando su solitaria pero ominosa presencia fantasmal impuso temor y respeto al enemigo. Tal cual: la última batalla la ganó el Cid después de muerto. Sus hombres, sabedores del efecto que su sola presencia provocaba en los moros, acomodaron su cadáver sobre la montura del famoso Babieca y, debidamente entablillado, lo mandaron al frente a echar miedo y desbandar infieles con resultados que aún se sienten en el mapa. Cierta o no –qué importa al fin y al cabo– la leyenda es hermosa.

Algo así, incluida la dificultad de comprobar si lo que se cuenta es cierto o no, sucederá cuando dentro de algunos siglos, se agite la leyenda de aquel delantero falso, rubio y desmañado, mítico y atípico goleador, un muerto vivo que volvió del desahucio, del miedo y de las dudas en una noche mágica. Se contará que la irrupción (no por anunciada menos perturbadora) del grandote afectó a los adversarios que de pronto callaron en las tribunas y en el momento clave se paralizaron en el campo. Y será difícil de aceptar, y será más fácil pensar que no pasó, sobre todo lo del gol en el último minuto. Quién va a creerse la leyenda del Cid goleador.

Juan Sasturain - Página/12 - 26-5-2000


ACTUALIZACIÓN 11-10-09

Lo dice más arriba. "Palermo empieza a imponerse como el apellido de la esperanza".

Ayer en el primer tiempo la selección estuvo lejos de jugar bien, pero había destellos de Aimar, de Higuaín, de Di María. Pero últimamente la selección no da fe ni para la heroica, no da ni para esperar un milagro.

Y Messi será el mejor jugador del mundo, pero cuando se pone la camiseta de Argentina es un jugador del montón o menos que eso. A veces hasta molesta. Teníamos tiros libres y Aimar mandaba uno tan lejos del arco que parecía a propósito. Al otro Messi lo pateó como si estuviera jugando con un primito de 5 años en el arco.

Pero llegó el gol del Pipita. Y el alivio duró lo que el buen clima. Perú nos dominaba como si fuera un buen equipo. Y se largó a llover. Y de lluvia pasó a diluvio. Y los peruanos hicieron su gol. Y el tiempo estaba cumplido.

Y toda la escenografía estaba montada para la épica: el tiempo agotado, la lluvia torrencial, un corner que parecía desperdiciado.

Una selección que no da ni para esperar el milagro, tiene un jugador del que se puede esperar cualquier cosa: que erre 3 penales en una noche o que convierta uno cayéndose mientras le pega, que meta un cabezazo de 40 metros o que haga lo que hizo anoche.

Ahora viene Uruguay. Uruguay no es Perú. Pero Argentina es Argentina. Y Palermo es Palermo. No tenemos mucho más para esperar.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

CON SOLO MIRARTE

Una cámara y una mina para cagarla a baile durante toda la peli. Esa parece ser la receta del danés Lars Von Trier. Hace rato que esto es evidente: Lars tiene una idea muy singular acerca de la mujer y no parece ser muy positiva. O no le estamos pescando los chistes.

Y que lo digan si no Emily Watson, Björk o Nicole Kidman con todos los tormentos que han debido pasar en sus películas con este señor. No vi ni Manderlay ni Idioterne, pero no tengo indicios de que la cosa vaya a ser muy diferente. De hecho en Manderlay repite el esténcil y la representación claustrofóbica-teatral de Dogville. Película en la que, al menos, al final la australiana saborea la venganza. Pero primero, dunga dunga aunque elija la muerte.

En esta oportunidad, con Antichrist (2009), es el turno de Charlotte Gainsbourg, que ya la había tenido que parir (bueno, precisamente eso buscaba: parir) con su marido enfermo, Sean Penn, en 21Grams (Alejandro González Iñarritu, 2003).

Ni bien arranca la proyección, pareciera que va a compartir la carga de la desgracia con su esposo (Willem Dafoe). Pero el tipo es psicólogo y la tiene re-clara, se seca los mocos y se pone a ayudar a su amada. Igual la cosa parece que se va a dar vuelta, pero en un pire, la bonita Charlotte se saca la cosa más sagrada que tiene el cuerpo de una mujer. Lo otro sagrado se lo saca su marido. Y a la mierda todo: Lars ataca de nuevo.

Pero en medio de tanto sexo, locura mística, mutilaciones y animalitos del bosque que te miran raro, esta película deja ver un detalle revelador. O al menos eso quiero pensar, como para empezar a entender a este tipo al que por alguna razón no puedo terminar de detestar (aún cuando no comparto ni una coma de su aparente ¿misoginia?). Y eso que se compró todos los números de la rifa del puntinazo en el orto. ¡Pero qué directores de fotografía que se contrata el guacho! ¿Será morbo? ¿Estaré tan hecho mierda? ¿O simplemente soy un burgués librepensador seguro de su espítu crítico y por eso sigo mirando sus películas?

¿El dato revelador? Este fotograma.
Como dice la canción de Bersuit Vergarabat: "yo seré grasún, pero no soy grosero", así que no les voy a contar un detalle de la peli, que tiene algo de importancia en medio de la sangre, el sudor, las lágrimas y el semen. Y el piso. En los pisos de esta película pasa de todo: sean de cemento, de tierra o de madera. Es más: con este fotograma ya les estoy señalando un detalle a buscar, porque cuando este plano se ve en la película "el tema" pasa completamente desapercibido.

Pero evidentemente doña Von Trier, hacía con su hijo lo mismo que la protagonista de Antichrist con el suyo. Porque algo de eso tiene que haber. Si no, no sé. Seguiré buscando en Idioterne, en Manderlay o esperaré que estrene Melancholia.

Eso sí: para muchos, lamentablemente el pequeño Lars no terminó como el nene de la peli. Y todavía no sé si no me incluyo.

martes, 29 de septiembre de 2009

CLARÍN ME PEGÓ UN TIRO

Fue una fracción de segundo apenas, pero casi me trago la bombilla del mate. En el primer golpe de vista, leí sólo la parte visible del titular en la imagen de la izquierda.

¡Bolú! ¡Qué cagazo que me hicieron pegar estos de Clarín! ¡Qué te parió!

Porque Diego cuenta con antecedentes de dispararle a gente y con casi cualquier tipo de antecedentes.

A ver si el jefe de titulería de la tompetita baja un poco los decibeles: "Maradona polemiza con Bilardo", "Enojose Diego", "Diegote vs. Narigón", "Diego no Ghana para sustos", "¿Managger? ¡esta!". Qué sé yo, lo podemos encarar de tantas maneras. No, "le pegó un tiro" tuvieron que poner.

Por suerte no hubo heridos. Aunque el jefe del operativo dejó entrever que hay un orgullo perdiendo gran masa de flujo sanguíneo (sic, o sea: speak in cana). Por otra parte, fuentes oficiales confirmaron que, en el citado nosocomio, un equipo médico intenta destrabarme la bombilla de entre las muelas. Ampliaremos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

JOGO BOBITO

Uno ve jugar a Boca, a River o a la Selección y, como dice el tango Afiches, "dan ganas de balearse en un rincón".

Pero, en este desolador panorama de los principales referentes de nuestro fútbol, hay que reconocer que, al menos, River tuvo la decencia de dejar de usar su camiseta.

martes, 15 de septiembre de 2009

VILLA 9

Una inmensa nave extraterrestre se detiene a un par de metros sobre Johannesburgo. No aterriza, no ataca, no amenaza, no nada. Sólo se queda ahí. Flotando. Pasa un tiempo y nada. Los terrícolas deciden forzar la cerradura y entrar. Y se encuentran con miles de extraterrestres famélicos y enfermos.

Los bajan a tierra, los circunscriben a un barrio/villa miseria/campo de concentración llamado Distrito 9, como gesto humanitario para con los visitantes que, como no son humanos, capaz que tardan un poco más en avivarse.

Casi 20 años después la nave sigue inmóvil. Y los aliens ya son casi 2 millones. En el Distrito 9 crecen la marginalidad, la miseria, el hambre, la sordidez.

La gente de Johannesburgo protesta. Propone expulsarlos, matarlos. Piden que, como mínimo, se los relocalice (por las buenas o por las malas). Se suceden las protestas. Los medios subrayan los actos delictivos de los "langostinos", que es como los llama la gente. "Más muertes humanas" machaca un noticiero de TV. Hallanamientos humillantes a las casillas ET. El gobierno anuncia medidas. Claro, las medidas ni se molestan en apuntar a mejorar la calidad de vida alien, si no a llevarlos bien lejos. Donde nadie los vea. Abajo de la alfombra.

La opinión pública. ¿Qué dice la gente? Una señora hace estas declaraciones a la prensa, con un alien revolviendo basura a sus espaldas:
Y un chico comenta a las cámaras:
¿El color de la piel de ambos personajes? Es Johannesburgo.

Pinta tu aldea.

Producida por Peter Jackson (director de Bad Taste, la saga del Señor de los Anillos, Kin Kong 2005), District 9 es una película dirigida por el sudafricano Neill Blomkamp y protagonizada por un elenco de compatriotas suyos, desconocidos para nosotros, y aliens de un planeta del que apenas sabemos que tiene 7 lunas. Además del hecho de que ir, cargar nafta y volver te lleva 3 años.

domingo, 13 de septiembre de 2009

LA DINÁMICA DE LO IMPENSADO: UNO DE LOS MEJORES DIÁLOGOS DE LA HISTORIA DEL CINE

Este duelo actoral animado, está protagonizado Renée Zellweger y Jerry Seinfeld (viendo la cartelera del Paseo La Plaza, más efectivo a la hora del contagio que el tan mentado H1N1).

La cita de la genial frase de Dante Panzeri en el título, resume lo sucedido en esta divertidísima escena. Es muy personal, quizás, pero me encanta. Me parece un diálogo dinámico, maravillosamente escrito y actuado como los dioses.

Por fortuna, las grandes producciones de animación digital no pocas veces vienen desarrolladas sobre grandes guiones, interpretados por sólidos actores. De Toy Story a esta parte, somos tan exigentes con las historias y los actores de estas películas como con sus prodigios técnicos. Y puteamos en chino y arameo cuando nuestros hijos, nietos, ahijados o sobrinitos aún no están en edad de leer el subtitulado y hay que verla con los no siempre felices doblajes. Lo cual no está del todo mal si se considera esto como la excusa perfecta para ver la peli dos veces.

Acá, la pelota va redonda y al pie de jugador a jugador (seguimos con el fobal, don Dante). Presten atención al repertorio de inflexiones y tonos en la voz de Renée Zellweger.


Hay un sexteto de guionistas, entre los que se encuentra el propio Seinfeld y un tal Spike Feresten, que ha metido su pluma (o su Microsoft Word) en lugares como Space Ghost Coast to Coast, Los Simpsons, Saturday Night Live, el programa David Letterman y en el show del propio Seinfeld. Claro que la suma de individualidades no hace a un equipo (y dale con el fulbito). Podía fallar (ahora pasamos a citar a Juan José del Pozo. Tu Sam, bah). Pero salió esto.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

HOMBRE DE ARENA

Hoy es 9-9-09. Se cumplieron 10 años del 9-9-99.

On 6-6-66 I was little I didn't know shit and
on 7-7-77 eleven years later still don't know any better
by 8-8-88 it's way too late for me to change
and by 9-9-99 I hope I'm sittin' on the back porch drinkin' red
wine singin' Oh French Fries with Pepper!

Pero poco antes de la fecha que mencionaba en su canción, en julio de 1999, a Mark Sandman lo alcanzó la muerte sobre un escenario en la ciudad de Palestrina, Italia, en plena presentación de su banda: Morphine.

Recuerdo la tristeza al enterarme. Me gustaba (me gusta) mucho Morphine. Y tuve la fortuna de verlos en el viejo Dr. Jeckyll de Belgrano (no me pregunten cuándo fue ¿97? ¿98?). Y fue un recital que disfruté con intensidad.

Morphine era una banda singular y con un sonido muy personal. Su formación llamó la atención de entrada: bajista cantor (Sandman), saxo (Dana Colley) y batería (Billy Conway o Jerome Deupree , según la época). Y así se presentaban en el escenario, los tres solitos y con esos instrumentos. Aunque, en rigor de verdad, hay que decir que Colley dejaba su saxo y tocaba el triángulo en The Saddest Song.

Siempre es bienvenido que aparezca una banda que, sin inventar nada, al menos se corra del registro promedio de lo que se viene escuchando. Y este atípico power trío lo hacía con poderosas y oscuras canciones.

Así que tengo ganas de recordar a don Mark. De los artistas nos queda su obra y, cuando se los ha podido disfrutar en vida, el sabor de la satisfacción de haber andado más o menos cerca de ellos, tanto como para poder haberlos visto en acción.

Entonces vamos a dejar a continuación un par de recuerdos: la canción que menciona la fecha que Sandman planeaba disfrutar en el porch de su casa y un video como para conocerlos o recordarlos, según el caso. A la salud del Chini, que estuvo aquella noche conmigo. Y a la salud de Mark, claro.


martes, 8 de septiembre de 2009

LAS CALLECITAS DE TU BARRIO TIENEN ESE NO SÉ QUÉ

No me convencen. Sonará muy lindo, muy poético, pero me tienen un poco harto los urbanistas, intendentes o dueños de barrios privados que quieren hacerse los poéticos o levantarse a sus secretarias poniéndoles nombres pelotudos a las calles.

Seamos serios: un barrio no es un barrio si no tiene una calle San Martín. Una ciudad no merece ser tenida por tal si no la cruza una calle Belgrano, Sarmiento, 25 de Mayo, 9 de Julio.

Para nombre de calles ahí están nuestras provincias, nuestros hombres de letras, nuestros músicos, esos héroes silenciosos que regaron con su sangre o su sudor (o ambos) nuestro suelo, los fundadores, los pioneros.

Ahí están las batallas que nos forjaron como nación. Inclusive esos apellidos de gente bien garca, de mucha guita, pero que doraron nuestras pampas con sus trigales que alimentaron a la Europa hambrienta.

El mundo mismo tiene bocha de países y capitales y nuestra tierra tiene una carrada de nombres de pueblos originarios, listos para usar en el bautismo de cualquier arteria.

Es más: ahí están todos esos reverendos hijos de puta como Roca, Ramón L. Falcón y tantos otros desgraciados que jalonan nuestra toponimia. Si no vamos a rebautizar esas calles con nombres tan siniestros ¡sigamos usándolos!

O los valores, querido compatriota: en Córdoba capital, cuando Igualdad cambia de nombre, pasa a llamarse Libertad. Dan ganas de pararse en la bocacalle a cantar el himno como los Pumas, con los ojos reventando en lágrimas.

Me banco que, como en el barrio de mi infancia y adolescencia (y un cachito más), las calles se denominen con números, como en La Plata. Esa te la dejo pasar. De hecho, en los planos de mi querida Villa La Florida, al lado del número venía un nombre entre paréntesis. La calle de mi casa era, por ejemplo: 875 (Buenos Aires).

¡Esos son nombres de calles! ¡No me vengan con pelotudeces!

Te digo más: ¿para cuándo la Avenida Gauchito Gil?

Pero no, ahora resulta que un barrio, un ciudad balnearia recién fundada, una urbanización o un country tiene nombres de yuyos o de bichos en sus callecitas.

Un diálogo posible:

- Muy bien, controle que su tatarabuela siga respirando mientras llega la ambulancia, pero no intente extraer el carozo. ¿Dirección?
- Calle Las Acacias Despojadas por el Gris Otoño 1245. De prisa, la nona está cianoza!!!
- ¿Entre qué calles, señora?
- Entre Portentoso Eucalipto Cual Soberbio Gigante y Fresias que Perfuman tu Despertar. Pero desde el centro le conviene venir derecho por Los Añosos Tilos de Sombras Generosas, que viene a ser Florecido Ciruelo que Regala Primavera, cuando cambia de nombre y cuando llegan a Las Acacias Despojadas por el Gris Otoño, dobla a la izquierda. ¿Nona? ¿Nona?
- QSL


Chica Pasa con Temor, se podría llamar el barrio.

No, en serio: un espanto.

Otro ejemplo:

-Hola, llamo para pedir un rémis (para no cordobeses: en Córdoba esta palabra se acentúa fuertemente en la e).
- Sí señora ¿la dirección?
- La Golondrina Fugitiva del Invierno 728. Esto es entre Nube de Zorzales Mezzo Soprano y El Último Trino del Mirlo Degollado.
- Ah, sí, me ubico... La Golondrina Fugitiva del Invierno es paralela a la avenida ¿no es así?
- Exacto, es paralela a la Avenida El Vuelo Majestuoso del Cóndor Andino.
- Sí claro, en el barrio Altos Pajarones. Entre 5 y 10 minutos estamos por allá. Gracias por llamar.


En cualquier momento fundan un pueblito con calles como Potasio, Manganeso, Zinc, Sodio. Che, nos encontramos a las 5 en Testosterona y Endorfina. ¡Villa Tiroides!

No sé. No me convencen.